sábado, 17 de julio de 2010

Vacaciones de verano: "Los primos lejanos"



VACACIONES DE VERANO: “LOS PRIMOS LEJANOS”
CUANDO ERAMOS ……NIÑOS….
            En mi familia nunca hemos conocido las vacaciones ─ era algo así como cuando vi por primera vez un saco de dormir (allá por los años 80) ─, se había oído que existían, pero no se conocían.
Con el tiempo supe que las vacaciones son un periodo de tiempo en el cual todos los miembros de una gran familia se juntaban, después de que los niños terminaran el colegio, y se dedicaban a descansar y otros menesteres como acabar peleándose entre ellos, hasta las siguientes vacaciones. Entonces pensé, claro esas vacaciones si las teníamos de pequeños, pero con algunas salvedades, que duraban un día, que era el tiempo que descasaban nuestros padres (los míos y de mis primos).
Ese único día se dedicaba por ejemplo a visitar a familiares lejanos (en distancia y tiempo), la preparación consistía en que todas las madres y padres nos reunían en una casa y desde allí partíamos andando para ver en un sitio lejanísimo a los “familiares lejanos”, tan lejanos que tardábamos más de una hora andando entre campos de trigo, cementerios, vías de tren y un sol de espanto, alguna que otra barriada, llanos cubiertos de matojos secos, cardos borriqueros, etc... y cuando estábamos a punto de desfallecer de agotamiento, a lo lejos se empezaban a ver las callejuelas pequeñas de tierra reseca y arena de playa por las que se llegaba hasta la casita donde vivían nuestros “familiares lejanos”.
Vivian en una casita de playa con techo muy bajito, había que entrar bajando unos escalones para tocar el suelo de la casita, pues el nivel del suelo de la casita era mas bajo que el de la calle. Recuerdo el calor que hacia dentro de la casita, seguramente por el techo de uralita, que se caldeaba en verano y desprendía el calor hacia dentro de la casita.
Después de los consiguientes besos a todos los “familiares lejanos”, nos íbamos a la playa a jugar con una barca de pescadores que tenían los “familiares lejanos”, la arrastrábamos por la arena y la acercábamos a la orilla y allí jugábamos todos los primos.
Nuestro principal peligro en la playa no era el caerse y darse un golpe con la barca, o después de la comida que te diera el famoso corte de digestión con el que te asustaban las madres (que por cierto nunca nos dio), el peligro acechaba en la “ahogailla”, que era obligatoria para todos los primos, les gustase o no, pues era una cuestión de salud pública.
La más forzuda de mis tías y todos sabíamos quien era, se encargaba de coger a la presa: “niño distraído”, sobre todo cuando te decían a la hora de la merienda: “quítate la arena” y tu alegremente ibas hacia dentro del agua unos pasos, y descuidabas la guardia, justo en ese momento se acercaba por detrás la depredadora (mi tía) y con una mano te cogía de la cara, apretándote con los dedos pulgar e índice la nariz y con los otros tres dedos te tapaba la boca, tu como animal desprevenido intentabas con movimientos espasmódicos girar la cabeza e intentar escapar, era imposible, la otra mano iba al cogote y como dicen los rusos cuando se caen –Kataplov-, la “ahogailla”. Si te resistías, era peor, pues te mantenía mas tiempo con la cabeza dentro del agua, y si aflojaba algún dedo te entraba agua por todos lados, al final, salías casi vomitando, pero eso si, bautizado en salud para cuando vinieran los fríos del invierno.
            Después venia la llantina, un berrinche y el niño purificado en agua salada seguía jugando con la barca.
            *      *      *      *      *
A pesar de todo lo anterior, el miedo total y absoluto de los niños (primos) que estaban jugando con la barca, era que al volver a la casita, entre los callejones viéramos a lo lejos (o peor de cerca) dando tumbos de un lado a otro del callejón a la persona más misteriosa del lugar, de nombre desconocido pero de aspecto (para un niño terrible), el “tío del ojo doblado”.
Nunca recordaremos si era tuerto, bizco o tenia el ojo de cristal, pero su aspecto y su forma de andar, hacia que corriéramos en sentido contrario a donde venia, y casi siempre acabábamos “expulsando líquido amarillo” en algún lugar, después de salir corriendo y contarle a los demás por donde venía. No sabíamos que al contarlo, transmitíamos más miedo a los demás.
Con el tiempo pensé que seguramente a la hora que regresaba a su casa, “el tío del ojo doblado” venía de trabajar y seguramente pasaba por alguna taberna para descargar la agonía de esa vida que llevaba y que posiblemente nos esperaba a casi todos los primos, en un futuro en ese momento lejano para nosotros.
Lo peor de todo era la vuelta a nuestras casas, agotados de gastar las energías de todo un día en la casita de la playa de nuestros “primos lejanos”.
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Aquellos “estupendos” días –dos o tres en todo el verano– que pasábamos en la playa y en la casita de nuestros “familiares lejanos”, siempre los recordaremos como una aventura de travesía del desierto con ferrocarril incluido pero sin indios, juegos con barca en la arena de la playa, bocadillos de membrillo para todos, “ahogaillas” de nuestra tía para la salud y miedo en los callejones.
*      *      *      *      *
Hoy día todo el mundo quiere tener un chalecito en la playa, y nosotros gracias a nuestros “primos lejanos” teníamos una casita en la playa, cuando éramos niños.....
Posiblemente esta historia sea más una fantasía de niños que una historia real, pero ¿que más da? Y lo bien que nos lo pasabamos.

2 comentarios:

  1. Los blogs, como toda creación, se nutre de las lecturas y las visiones que recrean los que lo leen.
    Comentar es comunicar que otra mente y otro corazón se acompasan al ritmo del escritor, del creador. Te hace sentirte reconocido, mas fuerte, más completo.

    No olvides pues, comentar lo comentado, es un todo un feed back permanente y mágico.

    Comentario: ¡Qué época! pero... tal vez no idealicemos demasiado lo que consideramos perdido e irrecuperable??

    No aceptamos que alguien deshaucie nuestros recuerdos!!!

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  2. La historia es una fantasía de la mente de un niño y de otra época, que posiblemente no era ni mejor ni peor que la de ahora, simplemente diferente.
    No estoy acostumbrado a que lean lo que dejo en el blog, pues nunca he escrito. La escritura me divierte y me relaja, y no me supone esfuerzo. He empezado a escribir cuando he tenido tiempo.
    Gracias por tu comentario.

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