domingo, 14 de marzo de 2010

CRUFALA Y EL ASPIRADOR RUIDOSO (I)

CRUFALA Y EL ASPIRADOR RUIDOSO

PRÓLOGO

   Vivian en un barrio muy corrientito; tanto, que los niños se quedaban de estatura normalita y las niñas bajitas. Así eran en el colegio, en el que las niñas eran más altas que los niños y estos más gorditos que ellas.
   Cuando terminaban el colegio pasaban al instituto, donde les habían dicho sus maestros que tuvieran mucho cuidado, y que se portaran bien.
   El instituto por esa época estaba dominado por una triada de extraños espíritus dominantes de otro mundo con poderes para hacer y deshacer lo que quisieran, nadie podía abrir la boca, (a algunos alumnos se la cerraron de un golpe, también a profesores).
   Parecían personas normales. Solamente se diferenciaban por su carácter perverso y su fealdad extrema. Esta diferencia no la podían ver todas las personas, solo los alumnos especiales y algunos profesores.
   Estas almas extrañas, eran unos seres interplanetarios llamados dominantes; que llegaron al planeta Tierra y por la desidia de sus habitantes, se fueron adueñando de profesores distinguidos ─ por su conducta con el resto de profesores ─. Estas almas malévolas podían vivir tranquilamente en su interior y así poder controlar los centros de enseñanza, y someter a los profesores y a los niños.
   Cuando se daban cuenta que algún profesor o niño las descubría, le hacían la vida imposible, enviándole notas desagradables y hablándoles a todos mal de ellos, de forma que el resto de las personas les dieran de lado.

   Era una forma de marginarlos, y si se resistían empleaban métodos más perversos y eficientes.

LA LLEGADA AL CENTRO
   Llego el curso 2003-04 y en el primer día de clase para los alumnos y alumnas que llegaban del colegio al instituto se les daba una charla con todos en el salón de actos.
  Allí se reunían los nuevos alumnos, todos muy pequeñitos, rellenitos, y asustados, como le gustaban a Crufala, que era como se llamaba la jefa de las tres dominantes interplanetarias que habían llegado a ese centro.

*   *   *   *   *  *
   En ese salón entraban todos los niños por la puerta delantera e iban ocupando las sillas de delante hacia atrás para que no se fuera ninguno al final.
   Allí, en el final del salón y con la puerta cerrada estaba la tercera dominante (Ranqua), que parecía la menos malvada, pero tenia todo el cuerpo lleno de pústulas rojas con forma de costras que desprendían ácido interplanetario (cualquier niño que se rozara con él quedaba paralizado al instante), de esa forma lo anestesiaba durante unos minutos, que era lo que duraba el efecto. Si esto sucedía, Crufala podía llevárselo y hacer a su voluntad lo que quisiera.

*   *   *   *   *  *
   Cuando todos los niños estaban sentados y aterrorizados, Crufala presentaba a su segunda dominante, una tal Friaca, que era la que le hacia el trabajo perverso que se le ocurría a Crufala para con los profesores. Era algo así como la jefa de estudios del centro.
   Cuando un profesor le llevaba la contraria por un descuido o despiste a Crufala, su segunda, Friaca, lo hacia desaparecer para el siguiente curso, de una forma limpia y sin que el resto de profesores opusiera resistencia, algunos hasta celebraban esa desaparición – era el grupo de los pelotos –, quizás por miedo o por querer agradar a Crufala, pues creían que a ellos les podía pasar lo mismo. Friaca era una dominante abducida, pues aunque nacida en nuestro planeta, había sido desviada al lado oscuro, lugar donde Crufala la hizo su esclava, de tal forma que tomó un aspecto y color parecido a Crufala, así como tenebroso, sombrío y mate oscuro.
   Además de la jefa Crufala y su segunda, estaba con ellos la bella Jana, cuya eterna juventud desesperaba a Crufala, y además era buena con los niños, pues cuando tenían un problema iban a charlar con ella, y le daba los mejores consejos que podía. Crufala intentó por todos los medios quitarle el secreto de su juventud a la bella Jana, pero hasta ese momento nunca se lo había podido arrebatar. Con el tiempo logro desterrarla del lugar, pero eso es otra historia.

 *   *   *   *   *
   Alrededor de Crufala, Friaca y la bella Jana, estaban los profesores que iban a recibir a los niños y enseñarles su clase, pasar lista y esas tonterías que se suelen hacer el primer día de instituto. 
PRESENTACIÓN
     Una vez que todo el mundo estaba en su sitio, Crufala empezaba hablando en un tono muy cordial, tan acogedor como falso, y les explicaba que iban a ser tratados muy bien y a continuación apostillaba, siempre que hicieran lo que ella quería.
   Con ese susurro de voz los niños se iban como adormilando y se confiaban, cuando alguno daba una cabezada hacia atrás, a Crufala le cambiaba la voz y le salía un vozarrón que duraba tres segundos, pero durante ese tiempo, los niños se ponían firmes y algunos se les escapaba el pipí.
   No sabían lo que le esperaba a uno de ellos. Cuando estaba Crufala en plena diatriba y sermoneando a las niñas, en ese preciso momento ocurrió lo inesperado:
- Sonó un teléfono móvil.
   De pronto se hizo el silencio, la corriente de aire que entraba por las ventanas del salón de actos se frenó, las ramas de los árboles dejaron de moverse, los gorriones que había en esos árboles, escaparon batiendo las alas.
  A Crufala se le volvieron los ojos, paró su perorata con un gran bufido –iiiiiaaaaauuuuuaaaahhhh- saliéndole algo líquido y espeso por la comisura de los labios; en ese momento su fiel Friaca empezó a otear el horizonte mientras que Ranqua agudizaba el oído.
  Crufala preguntó, ¿de quien es el móvil que ha sonado?, y nadie decía nada, hasta que un intrépido valiente al cual le importaba poco lo que pasase dijo con tono pachón: es el mío (eso dijo Benito), un niño de aspecto tranquilote. Crufala le dijo: entrégueme usted ahora mismo el móvil, y el chiquillo con toda la naturalidad del mundo le dijo: no se lo puedo dar pues se quedaría usted con él, y el móvil es mío.
   Debido a esa naturalidad, a Crufala empezaron a salirle por los orificios de la nariz unas fumarolas de color verde ácido, las niñas que estaban en primera fila se echaron unos dos metros hacia atrás, como una ola que se aleja de la orilla del mar. A la vez, el color de los ojos de Crufala cambió a un tono rojo fuego ante la negativa de Benito y sus rayos luminosos se centraron en él.
   En la cuarta fila, escondido entre las niñas estaba un tal Fernando cuya cara estaba empezando a ponerse de diferentes colores, debido al miedo del momento; cuando su cara tomó un color anaranjado-rojizo, la ola de niñas que se fue hasta la cuarta fila, al chocar con él y verle la cara, ─ como lo conocían desde que era pequeño ─ formaron una especie de medio remolino a su alrededor, dejando libre la parte delantera de la cara de Fernando y enfrentándola a la de Crufala.
   Al verse Fernando frente a frente a ella, no pudo más y como una olla express que se abre cuando toda la presión esta todavía dentro, empezó a lanzar todo lo que había desayunado y cenado el día anterior con gran fuerza hacia delante, como las niñas de las primeras filas se fueron hacia atrás y le dejaron la parte delantera libre, todo ese material viscoso cayó a los pies de Crufala.
   En ese momento Benito en un ataque de pánico estiró la mano hacia donde estaba Crufala y le dio el móvil.
   Dos metros cuadrados del suelo quedaron como recipiente de la comida de Fernando. Y las niñas de alrededor se alejaron todavía más de las primeras filas (la ola de niñas nunca volvió a donde estaban).
   Friaca dio un salto sobre el niño Fernando y se lo llevo volando del lugar donde estaban todos los niños. Marta, la amiga de Fernando, quiso ir detrás de ellos pero Crufala se interpuso en su camino y la mandó con su siniestra mirada y enseñándole los dientes que regresara a su asiento.

   Cuando el primer día terminaron las clases, Marta intentó buscar a su amigo Fernando y llamó a la puerta del despacho de Friaca, con una voz amable le dijo que pasara, a continuación, Marta le preguntó si sabía donde estaba Fernando, entonces Friaca sin levantar la cabeza, le dijo que ese niño ya no estaba allí, y después la miró fijamente a los ojos, de manera que la hechizó y de ese modo, Marta se olvidó de su amigo..
 * * * * * (continuará)

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