Cuando
conoces en tu vida a una persona como Sofía, sabes porque el mundo existe y
seguirá existiendo, y no gracias a reyes, nobles, políticos, científicos, y
gentes similares, sino que el ser humano debe vivir siempre, gracias a personas
como Sofía.
Sofía
no es La Reina, no había nacido Reina, pero era más, por todas las cosas que
hacia –siempre positiva-; todo sus actos eran realizados con AMOR en mayúscula,
delicadeza, tacto, elegancia y respeto a los demás. Siempre se ponía en el
lugar de los otros/as.
La
conocía de vista en la época de la facultad, cuando éramos jóvenes, a finales
de los 70 y principio de los 80. Era la hermana de dos compañeros de carrera:
Loli y Carlos. Loli era compañera de clase y es muy parecida en carácter a
Sofía.
Nos
relacionamos con más intensidad por motivos de trabajo. Sofía fue maestra
durante muchos años y quiso conocer el mundo de los institutos (Carlos ya daba
clase en ellos) y se preparó y aprobó las oposiciones de secundaria y paso a
ser “maestra” de secundaria. -Como nos decían los niños durante los dos
primeros años que estaban en el instituto-.
Recuerdo
que el día que eligió destino en la Delegación de Educación (famoso edificio
negro),-pues antiguamente se elegía el destino a mano alzada y por turnos en el
salón de actos, de forma casi familiar, pues la persona que anotaba los
destinos nos conocía por los nombres a todos los profesores/as-, le dieron el
IES donde yo estaba temporalmente como “dire”, y vino a mi casa con nuestra
compañera de carrera y amiga Encarni, para decirnos que le habían dado ese
centro, –recuerdo que estábamos comiendo Oliva y yo con los niños en la
cocina–, estaba verdaderamente contenta, se le notaba en la cara y en como
hablaba, esa energía que tenía.
Por
su forma de ser siempre estaba encantada con todo y con todos. Fue un ángel
para sus alumnos/as, la querían como a nadie. Hizo de todo en el centro, desde
obras de teatro, salir de actividades con los niños y para colmo era la mejor
profesora de matemáticas que he conocido, con ella los alumnos trabajaban y deseaban
ir a su clase.
Siempre
ayudó en todo ya todos/as, nunca se le vio una mala cara, ni se enfadaba y
recuerdo que se lo pasaba estupendamente. Preparó una cafetera en la sala de
profesores, con toda la intendencia, para que tod@s pudieran estar a gusto,
siempre estaba ayudando a los demás.
Cuando
dejamos ese instituto, de vez en cuando nos íbamos a comer algún sábado o
domingo, las personas que trabajamos con ella y que hicimos una gran amistad,
entre esas personas, estaba Raquel, Tere, Juan, Juanjo y yo.
Sofía
siempre te recordaremos, con tu forma de ser y tu humanidad única, has hecho
feliz a muchas personas. Te queremos.
Nota: Me falló el sistema, pero lo volveré a escribir las veces que haga falta.